ESTADO LIBRE ASOCIADO DE PUERTO RICO
TRIBUNAL DE APELACIONES
PANEL VIII
EL PUEBLO DE Recurso de certiorari
PUERTO RICO procedente del
Recurrida Tribunal de Primera
Instancia, Sala
v. KLCE202300087 Superior de Mayagüez
Caso Núm.
PEDRO ANTONIO ISCR200601377
QUILES LÓPEZ
Peticionario Sobre:
Art. 198/Robo
Panel integrado por su presidenta, la Jueza Domínguez Irizarry, la
Jueza Rivera Marchand y la Jueza Aldebol Mora
Rivera Marchand, Jueza Ponente
RESOLUCIÓN
En San Juan, Puerto Rico, a 28 de febrero de 2023.
Comparece ante nos, Pedro A. Quiles López (peticionario o
Quiles López), y solicita que revoquemos la Resolución emitida por
el Tribunal de Primera Instancia, Sala de Mayagüez (TPI o foro
primario), el 18 de octubre de 2022, notificada el 22 de noviembre
de 2022. Mediante su dictamen, el foro primario, en lo atinente,
mantuvo en efecto la pena por reincidencia habitual dictada en la
Sentencia de epígrafe.
Por los fundamentos que exponemos a continuación, procede
denegar la expedición del auto de certiorari. Veamos.
I.
En mayo de 2006, Quiles López fue acusado por infracciones
a los delitos de robo, tentativa de robo y robo agravado, Artículos
198 y 199 del entonces vigente Código Penal de 2004, Ley Núm. 149-
2004, 33 LPRA secs. 4826 y 4827, y por infracción al delito de
portación ilegal de armas, Artículo 5.04 de la hoy derogada Ley Núm.
404-2000, conocida como la Ley de Armas de Puerto Rico, 25 LPRA
Número Identificador:
RES2023________
KLCE202300087 2
sec. 458c.1 En el pliego acusatorio presentado por el Ministerio
Público (recurrido), Quiles López hizo alegación de reincidencia
habitual por los siguientes casos:
Núm. Delito Fecha Sentencia Fecha
de Caso Hechos Disp. Fin.
ISC02G0315 Art. 4 de octubre de 2001 3 años 1 de mayo de 2002
404-A
SC
ISC02G0316 Art. 4 de octubre de 2001 3 años 1 de mayo de 2002
404-A
SC
ISC02G0654 Art. 22 de junio de 2002 2 años 29 de agosto de 2002
404
SC
Así las cosas, el 25 de agosto de 2006, el TPI dictó Sentencia
en la cual impuso una pena global de ciento cincuenta y ocho (158)
años de cárcel, de los cuales noventa y nueve (99) años fueron por
reincidencia habitual.2
Inconforme, Quiles López radicó una Apelación ante esta
Curia y mediante Sentencia emitida el 23 de abril de 2007, con
designación alfanumérica KLAN200601214, un panel hermano
confirmó la referida sentencia condenatoria.3
Tiempo después, el 28 de diciembre de 2021, el peticionario
instó una Moción Urgente Solicitada al Amparo de la Regla 192.1 de
Procedimiento Criminal para Modificar la Sentencia Impuesta.4 En lo
pertinente, arguyó que, para sustentar la alegación de reincidencia
habitual, el Ministerio Público no alegó una convicción previa que
fuera por la infracción de los Arts. 401, 405, 411 y 411(a) de la Ley
de Sustancias Controladas de Puerto Rico, 24 LPRA secs. 2401,
2405, 2411 y 2411a, según dispone el Art. 81(c) del Código Penal de
2004, 33 LPRA sec. 4709. En específico, argumentó que el Art. 404
1 Anejo III, págs. 3-4.
2 Anejo IV, pág. 5.
3 Cabe destacar que Quiles López acudió ante esta Curia mediante Petición de
Certiorari impugnando la denegatoria de una moción sobre su cuestionamiento a
la reincidencia habitual, entre otros asuntos, ante el foro primario para que se
corrigiera su Sentencia, al amparo de la Regla 185 de Procedimiento Criminal, 34
LPRA Ap. II, R. 185. Evaluado el petitorio, mediante Resolución emitida el 5 de
febrero de 2019, con designación alfanumérica KLCE201801744, un panel
hermano acogió la petición al amparo de la Regla 192.1 de Procedimiento Criminal
y denegó la expedición del auto solicitado.
4 Anejo V, págs. 6-24.
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de la Ley de Sustancias Controladas, supra, estaba excluido de ser
utilizado para justificar la alegación de reincidencia habitual del Art.
81(c) del Código Penal de 2004, supra. Según adujo, el Art. 81(c) del
Código Penal de 2004, supra, expresamente disponía que, para
poder aplicar la reincidencia habitual, la persona tenía que resultar
culpable por un nuevo delito por violación a los Arts. 401, 405, 411
o 411(a) de la Ley de Sustancias Controladas, supra. Asimismo,
sostuvo que la Asamblea Legislativa dejó fuera de la aplicación de la
reincidencia habitual cualquier comisión de delito en violación al
restante de los artículos de la Ley de Sustancias Controladas, supra,
incluyendo su Art. 404. Basado en lo anterior, planteó que la
Sentencia con reincidencia habitual impuesta en el caso de autos
fue en violación a nuestro ordenamiento jurídico.
En respuesta, el Ministerio Público se opuso.5 Alegó que, del
tracto procesal surgía que luego de ser sentenciado, Quiles López
utilizó los mecanismos disponibles para apelar la Sentencia que le
fue impuesta. Expuso que, lo propuesto por Quiles López, en
particular los cuestionamientos sobre la aplicación de la
reincidencia habitual aceptada por este, fueron debidamente
evaluados y adjudicados, por lo que constituían cosa juzgada. Por lo
anterior, sostuvo que no procedía lo solicitado.
Evaluado lo anterior, el TPI emitió la Resolución recurrida,
mediante la cual y pertinente al recurso ante nos, mantuvo en efecto
la pena por reincidencia habitual dictada en la Sentencia de
epígrafe.6 Expresó que, a los fines de determinar la aplicación de la
reincidencia habitual, el Ministerio Público debía probar que Quiles
López había cometido uno de los delitos comprendidos en el Art.
81(c) del Código Penal de 2004, supra. Sobre ello, particularizó que,
en el caso de autos, entre los delitos por los cuales fue acusado y
5 Anejo VII, págs. 26-30.
6 Anejo VIII, págs. 31-36; Anejo IX, pág. 37.
KLCE202300087 4
convicto Quiles López se encontraba el robo agravado, clasificado
como un delito grave de segundo grado, y, además, que este había
sido convicto y sentenciado por dos (2) delitos graves por violaciones
a la Ley de Sustancias Controladas, supra. Razonó que los Arts. 401,
405, 411 o 411(a) de la Ley de Sustancias Controladas, supra, eran
los únicos por los cuales, de resultar convicto en un procedimiento
posterior, permitirían aplicar la reincidencia habitual por la
convicción de delitos graves en tiempos diversos e independientes.
No obstante, concluyó que los citados artículos eran adicionales al
delito grave de primer grado o un delito grave de segundo grado o
cualquier delito grave en violación a la Ley de Explosivos de Puerto
Rico, Ley Núm. 134 de 28 de junio de 1969, 25 LPRA sec. 561 et
seq., y a la Ley Contra el Crimen Organizado, Ley Núm. 33 de 13 de
junio de 1978, 25 LPRA sec. 971 et seq. Además, añadió que Quiles
López aceptó la alegación de reincidencia habitual, previo a
comenzar el juicio, relevando así al Ministerio Público de presentar
prueba sobre ello durante el juicio.
En desacuerdo, el 6 de diciembre de 2022, Quiles López
presentó una solicitud de reconsideración.7 Por su parte, el
Ministerio Público se opuso.8
Tras la denegatoria del petitorio de reconsideración,9 y en
desacuerdo aún, el peticionario acudió ante esta Curia mediante
recurso de certiorari, el 27 de enero de 2023, y le imputó al foro
primario la comisión del siguiente error:
Erró el TPI al no corregir la Sentencia en el Caso
Número ISCR200601389, por infracción al Artículo 199
del Código Penal de 2004, por robo agravado, a los fines
de eliminar la reincidencia habitual impuesta contra el
peticionario.
En cumplimiento de nuestra Resolución emitida el 30 de enero
de 2023, compareció la parte recurrida mediante Escrito en
7 Anejo X, págs. 38-41.
8 Anejo XI, págs. 42-45.
9 Anejo I, pág. 1; Anejo II, pág. 2.
KLCE202300087 5
Cumplimiento de Resolución, por lo que, contando con la posición de
las partes, procedemos a resolver.
II.
A. El recurso de certiorari
El recurso de certiorari es un auto procesal extraordinario por
el cual un peticionario solicita a un tribunal de mayor jerarquía que
revise y corrija las determinaciones de un tribunal inferior. Art. 670
del Código de Enjuiciamiento Civil de Puerto Rico, 32 LPRA sec.
3491; Pueblo v. Rivera Montalvo, 205 DPR 352, 372 (2020), citando
a Pueblo v. Díaz de León, 176 DPR 913, 917-918 (2009). A diferencia
del recurso de apelación, el tribunal superior puede expedir el auto
de certiorari de manera discrecional. Íd. Sin embargo, esa discreción
no es irrestricta. Íd. Así, el Tribunal Supremo ha expresado que los
jueces, so pretexto de ejercer su discreción, no pueden olvidarse de,
ni relegar a un segundo plano, los mandatos y dictados de nuestra
Constitución y los de las leyes, pertinentes a la cuestión en
controversia. De esa forma, la Regla 40 del Reglamento del Tribunal
de Apelaciones, 4 LPRA Ap. XXII-B, fija unos criterios para que el
tribunal revisor intermedio ejerza prudentemente su discreción al
decidir si atiende en los méritos el recurso. Íd. La referida Regla
dispone lo siguiente:
El Tribunal tomará en consideración los siguientes
criterios al determinar la expedición de un auto
de certiorari o de una orden de mostrar causa:
(A) Si el remedio y la disposición de la decisión
recurrida, a diferencia de sus fundamentos, son
contrarios a derecho.
(B) Si la situación de hechos planteada es la más
indicada para el análisis del problema.
(C) Si ha mediado prejuicio, parcialidad o error craso y
manifiesto en la apreciación de la prueba por el
Tribunal de Primera Instancia.
(D) Si el asunto planteado exige consideración más
detenida a la luz de los autos originales, los cuales
deberán ser elevados, o de alegatos más elaborados.
KLCE202300087 6
(E) Si la etapa del procedimiento en que se presenta el
caso es la más propicia para su consideración.
(F) Si la expedición del auto o de la orden de mostrar
causa no causan un fraccionamiento indebido del pleito
y una dilación indeseable en la solución final del
litigio.
(G) Si la expedición del auto o de la orden de mostrar
causa evita un fracaso de la justicia. Íd.
La deferencia que se le confiere al foro primario descansa en
un marco de discreción y razonabilidad. Pueblo v. Rivera Montalvo,
supra. En ese sentido, esa discreción es una forma de razonabilidad
aplicada al discernimiento judicial para llegar a una conclusión
justiciera. Íd. Los tribunales revisores podremos sustituir el criterio
que utilizó el foro primario por el nuestro únicamente cuando
existen circunstancias extraordinarias en las que se pruebe que el
foro primario actuó con pasión, prejuicio o parcialidad, incurrió en
craso abuso de discreción o en error manifiesto o de derecho. Íd. Un
juzgador incurre en pasión, prejuicio o parcialidad si actúa movido
por inclinaciones personales de tal intensidad que adopta
posiciones, preferencias o rechazos con respecto a las partes o sus
causas que no admiten cuestionamiento, sin importar la prueba
recibida en sala e incluso antes de que se someta prueba alguna. Íd.
Por otro lado, un tribunal puede incurrir en abuso de discreción
cuando el juez: (1) ignora sin fundamento algún hecho material
importante que no podía pasar por alto; (2) concede demasiado peso
a un hecho inmaterial y funda su decisión principalmente en ese
hecho irrelevante, o (3) a pesar de examinar todos los hechos del
caso, hace un análisis liviano y la determinación resulta irrazonable.
Íd. Por último, un juzgador incurre en error manifiesto que justifica
la intervención del tribunal apelativo cuando la apreciación de la
prueba se distancia de la realidad fáctica o es inherentemente
imposible o increíble. Íd.
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B. Regla 192.1 de Procedimiento Criminal
La persona que resulta convicta puede atacar colateralmente la
pena impuesta mediante el mecanismo provisto por la Regla 192.1
de Procedimiento Criminal, 34 LPRA Ap. II, R. 192.1; Pueblo v.
Rosario Paredes, 2022 TSPR 46, 209 DPR ___ (2022); Pueblo v.
Rivera Montalvo, supra; Pueblo v. Román Mártir, 169 DPR 809
(2007). La Regla 192.1 dispone, en lo pertinente, lo siguiente:
Quiénes pueden pedirlo. Cualquier persona que se
halle detenida en virtud de una sentencia dictada por
cualquier sala del Tribunal de Primera Instancia y que
alegue el derecho a ser puesta en libertad porque (1) la
sentencia fue impuesta en violación de la Constitución
o las leyes del Estado Libre Asociado de Puerto Rico o la
Constitución y las leyes de Estados Unidos, o (2) el
tribunal no tenía jurisdicción para imponer dicha
sentencia, o (3) la sentencia impuesta excede de la pena
prescrita por la ley, o (4) la sentencia está sujeta a
ataque colateral por cualquier motivo, podrá presentar
una moción a la sala del tribunal que impuso la
sentencia para que anule, deje sin efecto o corrija la
sentencia. (Énfasis en el original)
La moción para dichos fines podrá ser presentada en
cualquier momento. En la moción deberán incluirse
todos los fundamentos que tenga el peticionario para
solicitar el remedio provisto en esta regla. Se
considerará que los fundamentos no incluidos han sido
renunciados, salvo que el tribunal, con vista de una
moción subsiguiente, determine que no pudieron
razonablemente presentarse en la moción original.
El recurso provisto por la Regla 192.1 de Procedimiento
Criminal, supra, está disponible solamente cuando una sentencia
adolece de un defecto fundamental que inevitablemente es contrario
al debido proceso de ley. Pueblo v. Pérez Adorno, 178 DPR 946, 966
(2010). La referida Regla es de naturaleza excepcional y le permite
al convicto revisar la sentencia en cualquier momento posterior, aun
si la sentencia es final y firme. Regla 192.1 de Procedimiento
Criminal, supra; Pueblo v. Contreras Severino, 185 DPR 646 (2012);
Pueblo v. Román Mártir, supra, págs. 823 y 828.
La Regla 192.1 de Procedimiento Criminal, supra, también
requiere que se incluyan en la moción todos los fundamentos que
tenga el peticionario para solicitar el remedio o, por el contrario, se
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entienden renunciados. Pueblo v. Román Mártir, supra, pág. 823. El
Tribunal Supremo de Puerto Rico expresó que la Regla mencionada
se limita a planteamientos de derecho y no puede utilizarse para
revisar cuestiones de hecho. Pueblo v. Pérez Adorno, supra, pág.
966; Pueblo v. Román Mártir, supra, pág. 824.
El proceso establecido en la Regla 192.1 de Procedimiento
Criminal, supra, es de naturaleza civil y, por tanto, el peticionario
tiene el peso de la prueba de demostrar que tiene derecho al remedio
solicitado. Pueblo v. Hernández Doble, 2022 TSPR 130, resuelto el 1
de noviembre de 2022; Pueblo v. Román Mártir, supra, pág. 826;
Pueblo v. Rivera Crespo, 167 DPR 812, 820-821 (2006). El Tribunal
Supremo de Puerto Rico ha resuelto que una moción al amparo de
la Regla 192.1 de Procedimiento Criminal, supra, puede ser
rechazada de plano si de su faz no se demuestra que el peticionario
tiene derecho a algún remedio. Pueblo v. Román Mártir, supra, pág.
826. Es el peticionario quien debe poner en condiciones al tribunal
de resolver la controversia. Íd. Ello se logra a través de la exposición
de datos y argumentos de derecho concretos y, de cumplir con esto,
se hace “imperiosa la celebración de una vista para atender sus
fundados planteamientos constitucionales, o de ausencia de
jurisdicción, o de ilegalidad de la pena impuesta […]”. Íd., págs. 826-
827. Finalmente, al evaluar este recurso debemos tomar en
consideración “que el proceso de impartir justicia incluye la debida
protección del principio de finalidad de los procedimientos penales”.
Íd., pág. 827.
C. La reincidencia habitual
El derogado Código Penal de 2004, 33 LPRA sec. 4629 et
seq.,10 establecía tres (3) tipos de reincidencia dirigidas a la persona
10Es preciso destacar que el caso de autos se rige por las disposiciones del
derogado Código Penal de 2004, supra.
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condenada en más de una ocasión: (1) reincidencia simple; (2)
reincidencia agravada; y (3) reincidencia habitual.
En lo atinente a la controversia ante nos, el Art. 81(c) del
Código Penal de 2004, 33 LPRA sec. 4709(c), establecía lo siguiente
sobre la reincidencia habitual:
[. . .]
(c) Habrá reincidencia habitual cuando el que ha sido
convicto y sentenciado por dos o más delitos graves,
cometidos y juzgados en tiempos diversos e
independientes unos de otros, cometa posteriormente
un delito grave de primer grado o un delito grave de
segundo grado o cualquier delito grave en violación a
la Ley de Explosivos de Puerto Rico, Ley Núm. 134 de
28 de junio de 1969 y a la Ley Contra el Crimen
Organizado, Ley Núm. 33 de 13 de junio de 1978,
violación a los Artículos 401, 405, 411 y 411(a) de la Ley
de Sustancias Controladas de Puerto Rico, Ley Núm. 4
de 23 de junio de 1971 o a los Artículos 2.14, 5.03 y
5.07 de la Ley de Armas de Puerto Rico, según
enmendadas. La pena a aplicar será de noventa y
nueve (99) años. (Énfasis nuestro).
Es decir, la reincidencia habitual se configuraba cuando una
persona cometía cualquiera de los delitos esbozados en el Art. 81(c),
supra, si anteriormente había sido convicta y sentenciada por dos o
más delitos graves, cometidos y juzgados en tiempos distintos e
independientes unos de otros. Por otro lado, el precitado artículo
disponía que la pena aplicable para la reincidencia habitual sería de
noventa y nueve (99) años.
Por otro lado, sabido es que, en un proceso criminal, la
persona acusada solo puede ser juzgada por el delito que se le
impute en la acusación. Pueblo v. Montero Luciano, 169 DPR 360,
375 (2006). A tenor con ello, la Regla 48 de Procedimiento Criminal,
34 LPRA Ap. II, R. 48, dispone que una acusación o denuncia no
deberá contener alegación alguna de convicciones anteriores de la
persona acusada, a menos que una alegación en tal sentido fuere
necesaria para imputar la comisión de un delito, o para alegar la
condición de reincidente, de subsiguiente o de delincuencia habitual
en relación con la persona acusada. Dicha disposición establece,
KLCE202300087 10
expresamente, la obligación del Ministerio Público de alegar las
convicciones anteriores de la persona acusada en la acusación o
denuncia si pretende establecer la condición de reincidente y que se
le imponga una pena mayor a esta de resultar convicta. Pueblo v.
Montero Luciano, supra. Véase, además, Pueblo v. Pagán Rojas et al.,
187 DPR 465 (2012). Ello, forma parte de la protección
constitucional de la persona acusada de estar debidamente
informada de los cargos en su contra, y con la obligación del
Ministerio Público de probar todos los elementos de un delito más
allá de duda razonable. Íd.
Ahora bien, cuando la acusación imputare un delito en algún
grado de reincidencia, la persona acusada podrá, al momento de
hacer alegación, o en cualquier ocasión posterior siempre que fuere
antes de leerse la acusación al jurado, admitir la convicción o
convicciones anteriores y, en tal caso, no se hará saber al jurado en
forma alguna la existencia de dicha convicción o convicciones. 34
LPRA Ap. II, R. 68.
Sobre ese particular, el Tribunal Supremo de Puerto Rico ha
enfatizado que, cuando en una acusación se alegan convicciones
previas de la persona acusada, esta tiene dos cursos de acción, a
saber: (1) aceptar las convicciones anteriores, o (2) negarlas. Pueblo
v. Montero Luciano, supra. Si la persona acusada acepta las
convicciones previas, el Ministerio Público no puede mencionarlas
durante el juicio. Íd. Es decir, la admisión de la convicción previa de
parte de la persona acusada releva al Ministerio Público de probar
la comisión de los delitos anteriores alegados en la acusación. Íd.
Por el contrario, si la persona acusada niega las convicciones
previas, el Ministerio Público está en la obligación de probar las
convicciones anteriores durante el juicio, como cualquier otro
elemento del delito. Íd., págs. 375-376.
KLCE202300087 11
A su vez, nuestro más Alto Foro ha analizado la validez
constitucional de estatutos que imponen penas mayores a aquellas
personas que han sido convictas por delitos en más de una ocasión.
Pueblo v. Montero Luciano, supra, pág. 378. En esas instancias, al
sostener la constitucionalidad de estos estatutos, el Tribunal
Supremo ha realizado un análisis de los propósitos de la Asamblea
Legislativa al imponer unas penalidades mayores a los delincuentes
habituales. Íd. A modo ilustrativo, en Pueblo v. Reyes Morán, 123
DPR 786 (1989), el Tribunal Supremo resolvió que la imposición de
una penalidad adicional, para quien hubiese sido convicto en más
de dos ocasiones, era parte de las prerrogativas constitucionales de
la Asamblea Legislativa. Asimismo, concluyó que la Rama
Legislativa podía legislar para imponer a los delincuentes habituales
una penalidad mayor dentro de la autoridad que
constitucionalmente le asistía para la imposición de castigos. Pueblo
v. Montero Luciano, supra. A tenor con lo anterior, nuestro más Alto
Foro determinó que ello no violaba la cláusula contra castigos
crueles e inusitados, consagrada en el Art. II, Sec. 12, Const. ELA,
LPRA, Tomo 1. Pueblo v. Reyes Morán, supra, pág. 797.
III.
El peticionario comparece ante nos y solicita la revocación del
dictamen emitido por el foro primario mediante el cual, en lo
pertinente, mantuvo en efecto la pena por reincidencia habitual
dictada en la Sentencia de epígrafe. En esencia, sostiene que la
segunda parte del Art. 81(c) del Código Penal de 2004, supra,
excluye de forma definitiva el Art. 404 de la Ley de Sustancias
Controladas, supra, como delito cometido para justificar la alegación
de reincidencia habitual.11 A su vez, señala que el citado Art. 404
regula la reincidencia, toda vez que dispone cómo habrá de
11 Véase, Certiorari Criminal, págs. 7-8.
KLCE202300087 12
castigarse a una persona que haya sido convicta previamente y
cometa posteriormente otra infracción al mismo artículo.12 Sobre
ese particular, el peticionario invoca la aplicación de Pueblo v.
Ramos Rivas, 171 DPR 826 (2007), a los efectos de la aplicabilidad
del principio de especialidad cuando hay un concurso aparente de
leyes.13
Hemos examinado con detenimiento el recurso ante nos y
tomando en consideración las normas antes expresadas debemos
sopesar si procede nuestra intervención, según los criterios
establecidos en la Regla 40 del Reglamento del Tribunal de
Apelaciones, supra.
De una lectura de la Resolución recurrida, surge que el TPI
basó su determinación en lo expresamente estatuido en el Art. 81(c)
del Código Penal de 2004, supra, sobre la aplicabilidad de la
reincidencia habitual en el caso de autos. Según esbozáramos
anteriormente, el Art. 81(c) del Código Penal de 2004, supra, dispone
que la reincidencia habitual se da cuando el que ha sido convicto y
sentenciado por dos o más delitos graves, cometidos y juzgados en
tiempos diversos e independientes, cometa posteriormente un
delito grave de primer grado o un delito grave de segundo grado o,
en lo atinente, cualquier delito grave en violación a los Arts. 401,
405, 411 y 411(a) de la Ley de Sustancias Controladas, supra. En el
caso de autos, el peticionario fue convicto y sentenciado en el año
2001 y 2002 por violaciones a los Arts. 404-A y 404 de la Ley de
Sustancias Controladas, supra. Es decir, el peticionario fue convicto
y sentenciado por dos delitos graves. Ahora bien, posteriormente,
fue convicto y sentenciado, entre otros, por robo agravado, un delito
clasificado como grave de segundo grado, estatuido por el Art. 199
del Código Penal de 2004, supra. Ante ese escenario, según resuelto
12 Íd., págs. 8-9.
13 Íd., pág. 9.
KLCE202300087 13
por el TPI, aplica la reincidencia habitual del Art. 81(c) del Código
Penal de 2004, supra, y su pena correspondiente.
Cabe destacar que los delitos incluidos en el citado Art. 81(c)
del Código Penal de 2004, supra, fueron separados por la
conjugación “o”. Esta conjunción disyuntiva fue utilizada por la
Asamblea Legislativa para denotar alternativas entre los delitos allí
esbozados. Por tal razón, no tiene cabida las alegaciones del
peticionario en cuanto a que, posterior a sus previas convicciones,
tiene que ser encontrado culpable por violaciones a los Arts. 401,
405, 411 o 411(a) de la Ley de Sustancias Controladas, supra. Se
desprende claramente del citado Art. 81(c) del Código Penal de 2004,
supra, que estos son en adición a los demás delitos, en el caso de
autos, al delito grave de segundo grado, como lo es el robo agravado.
Asimismo, del expediente surge que, el peticionario aceptó la
reincidencia habitual previo a la celebración del juicio en su contra,
por lo cual, al así hacerlo, relevó al Ministerio Público de probar la
convicción por los delitos previos (por infracción al Art. 404 de la Ley
de Sustancias Controladas). Es decir, la aceptación de la
reincidencia habitual por parte del peticionario acarreó la
consecuencia de la imposición de noventa y nueve (99) años de
cárcel al momento del TPI dictar las penas por los nuevos delitos.
Ante ese escenario fáctico, el foro sentenciador carecía de discreción
para no imponer la pena estatuida para la reincidencia habitual
imputada por el Ministerio Público y aceptada por el peticionario.
Por consiguiente, el foro primario no abusó de su discreción, ni
medió pasión, prejuicio o parcialidad, al mantener en efecto la pena
por reincidencia habitual dictada en la Sentencia de epígrafe.
Por otro lado, tras examinar lo resuelto en Pueblo v. Ramos
Rivas, supra, según propuesto por el peticionario, colegimos que su
precedente no es de aplicación al caso de autos. Nos explicamos.
Allí, el Tribunal Supremo concluyó que, en casos donde se plantee
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un conflicto entre la disposición de reincidencia del Código Penal de
1974 y la Ley de Sustancias Controladas, supra, procede aplicar lo
dispuesto en la ley especial, conforme el principio de especialidad
estatuido en el Código Penal.
No obstante, a diferencia del caso de epígrafe, en Ramos Riva
la allí peticionaria fue acusada por una violación al Art. 401 de la
Ley de Sustancias Controladas, supra, y se declaró culpable por
violación al Art. 406 de la misma Ley. En Ramos Riva hubo una
infracción a la Ley de Sustancias Controlada, supra, con
posterioridad a las convicciones que tuvo la peticionaria bajo esa
misma Ley. Sin embargo, en el caso de autos, el delito que se cometió
posterior a las convicciones bajo la Ley de Sustancias Controladas,
supra, fue por un delito grave general estatuido en el Código Penal
de 2004, no en una ley especial. Por tanto, los hechos del caso de
epígrafe se distinguen por lo que no es de aplicación el principio de
especialidad aplicado a un cuadro fáctico distinto expuesto en
Pueblo v. Ramos Rivas, supra.
Luego de evaluar el expediente ante nos y la normativa antes
señalada, concluimos que no concurren los criterios que justifiquen
nuestra intervención sobre la Resolución recurrida, la cual no se
aparta del estado de derecho vigente y aplicable al asunto
presentado por el peticionario. Es preciso señalar que, nuestro más
Alto Foro ha establecido que dicha disposición estatutaria, la cual
implica la lamentable separación permanente de la sociedad, no es
inconstitucional, por lo que los tribunales, tanto el foro primario
como esta Curia, carecen de discreción para no aplicarla. Pueblo v.
Reyes Morán, 123 DPR 786 (1986). Tampoco identificamos indicio
de pasión, parcialidad o error manifiesto en la determinación
emitida por el TPI. En mérito de lo anterior y al amparo de lo
dispuesto en la Regla 40 del Reglamento del Tribunal de
KLCE202300087 15
Apelaciones, supra, no procede la expedición del auto de certiorari,
según presentado.
IV.
Por los fundamentos antes expuestos, denegamos la
expedición del auto de certiorari presentado por Quiles López.
Lo acordó el Tribunal y lo certifica la Secretaria del Tribunal
de Apelaciones.
Lcda. Lilia M. Oquendo Solís
Secretaria del Tribunal de Apelaciones